17/09/2025
La comarca de Las Vegas & Alcarria Madrileña es uno de esos territorios que sorprenden por su riqueza y diversidad. A apenas unos kilómetros de la capital, se abre un paisaje que nada tiene que ver con el ritmo acelerado de la ciudad. Aquí, los campos se tiñen de verdes y ocres según la estación, los pueblos guardan la memoria de siglos y la vida se desarrolla a un ritmo pausado que invita a la desconexión. Es un destino rural completo, capaz de combinar historia, gastronomía, naturaleza y tradición en un mismo viaje.
Pocos lugares logran reunir en tan poco espacio tal variedad de paisajes. El río Tajuña y el Jarama han moldeado vegas fértiles que durante siglos han sido la despensa de Madrid. A su alrededor, olivares, viñedos y campos de cereal definen la identidad agrícola de la comarca. Los aceites de oliva virgen extra, algunos con Denominación de Origen, son un auténtico símbolo de orgullo local, igual que los vinos que se producen en pueblos de larga tradición como Colmenar de Oreja o Chinchón. El viajero que recorre estas tierras pronto comprende que cada paisaje tiene una historia y que cada producto que se cultiva forma parte de una herencia colectiva.
Caminar por los pueblos de la comarca es sumergirse en un mosaico de estilos y épocas. Chinchón es el ejemplo más conocido, con su plaza mayor convertida en escenario de fiestas, mercadillos y eventos culturales. Sus balconadas de madera, perfectamente conservadas, transmiten una autenticidad que pocas plazas en España mantienen. En Nuevo Baztán, el viajero se sorprende al descubrir un trazado urbano barroco ideado por Juan de Goyeneche en el siglo XVIII, concebido como un modelo industrial adelantado a su tiempo. En Colmenar de Oreja, la piedra blanca se convierte en protagonista en iglesias, plazas y bodegas centenarias, mientras que en Villarejo de Salvanés todavía se levanta la imponente torre del homenaje, guardiana de historias medievales. Cada pueblo tiene una identidad marcada y una manera de mostrarla al visitante.
La gastronomía es otra de las grandes razones para acercarse a este territorio. La riqueza agrícola de las vegas se traslada a los mercados y restaurantes, donde se pueden degustar productos de kilómetro cero. Las migas, el cocido madrileño o las carnes a la brasa conviven con panes artesanales, quesos locales y vinos con carácter. El aceite de oliva virgen extra elaborado en molinos tradicionales aporta un sabor único a cada receta, mientras que los dulces artesanos recuerdan la importancia de las fiestas y celebraciones en la vida de los pueblos. Comer en Las Vegas & Alcarria Madrileña no es solo saciar el apetito, sino descubrir la historia de una tierra a través de sus sabores.
Más allá del patrimonio y la gastronomía, la comarca es también un paraíso para quienes buscan naturaleza y actividades al aire libre. El río Tajuña marca el recorrido de rutas que pueden disfrutarse a pie o en bicicleta, como la Vía Verde del Tajuña, que atraviesa campos y pueblos en un recorrido accesible y lleno de encanto. Los senderos se adentran en la Alcarria Madrileña, con paisajes más agrestes, cerros y lomas que ofrecen vistas espectaculares en cualquier época del año. En primavera, los campos se cubren de flores; en verano, el calor se suaviza en las vegas junto a los ríos; en otoño, los viñedos y olivares regalan una paleta de colores única; y en invierno, la calma invita a paseos lentos y contemplativos.
La oferta cultural y festiva completa la experiencia. Cada estación trae consigo celebraciones y eventos que refuerzan la identidad local: las fiestas patronales con encierros en Chinchón, las representaciones históricas en Villarejo de Salvanés, las ferias gastronómicas en Colmenar de Oreja o las celebraciones religiosas en pueblos más pequeños como Tielmes o Carabaña. Todo ello hace que el viajero encuentre siempre una excusa para volver, descubriendo un territorio que se reinventa con cada visita.
En definitiva, Las Vegas & Alcarria Madrileña es mucho más que un destino cercano a Madrid: es un lugar donde tradición y modernidad conviven, donde la naturaleza y la historia se entrelazan, y donde el viajero encuentra la autenticidad de lo rural en estado puro.